Es innegable que, en este hobbie o profesión, a medida que pasa el tiempo, son mayores los conocimientos técnicos y mayor la experiencia que se va obteniendo. Y muchas veces, después de estos años, pensamos que las fotos que hacíamos cuando empezábamos en este mundo, no eran tan buenas como las últimas. Bien porque no conocíamos la cámara que teníamos en las manos, bien porque no teníamos las herramientas de hoy en día o simplemente porque no teníamos el ojo acostumbrado.
Pero en aquel momento, creía que hacía unas fotos increíbles, nada se parecía a las primeras fotos hechas con una compacta. Podía empezar a jugar con la luz, los tiempos de exposición… Me asombraba ver como cambiaba una foto solo con variar los criterios de exposición. Todo un mundo con una cámara que tenía más botones de los que pensaba sabría usar.
Ya han pasado más de siete años desde que me compré mi primera cámara reflex, una Nikon D40. Desde entonces han pasado ya tres cámaras más por mis manos. Dejando atrás el característico objetivo 18-55mm que venía de serie con la D40, he ido seleccionando los objetivos con los que trabajo hoy en día, adaptando las adquisiciones a necesidades laborales o a ciertas especificaciones concretas.
Si pienso en mis primeras fotos, recuerdo muchas de ellas, que de entrada me habían parecido buenísimas y ahora les encuentro todos los errores posibles. Desde aquellas primeras fotos, he aprendido muchísimo sobre fotografía, leído libros, blogs, cursos, talleres… No tenía los conocimientos teóricos ni técnicos que tengo hoy en día.
Pero siempre hay algún rincón para la sorpresa y estar orgulloso. No todas las fotos que se hacen en los inicios tienen por qué ser malas.
Recuerdo mis primeros días con la cámara como si fuera hoy. Esa ilusión por entender para qué servían todos aquellos botones, qué significaban todas esas letras y palabras, ISO, número f… Recuerdo coger el manual de instrucciones y recorrerme todos los menús de la misma probándolo todo en casa hasta agotar la primera carga de la batería. Y esperar ansioso a que volviera a cargarse para seguir investigando.
En aquellos tiempos éramos varios amigos a los que nos había picado la curiosidad de comprarnos una reflex, y los primeros días quedábamos para salir a «disparar» todo lo que se nos pusiera por delante. Pero aún así, eran muchos los días los que me iba solo a buscar rincones y seguir probando. Curiosa costumbre que sigo teniendo a día de hoy, son muchos más los días que salgo solo a hacer fotos, que acompañado. Aunque entiendo perfectamente que no me quieran acompañar, puedo ser un poco pesado, jeje!
Con el tiempo, al menos a mi personalmente, me gusta echar la vista atrás y repasar las fotos que he hecho durante los últimos años. A veces por necesidad de hacer limpieza, o simplemente por nostalgia, acabo pasando largos ratos viendo aquellas fotos que hacía en mi inicios, con mi primera cámara. Y tengo que reconocer que con estas fotos he aprendido incluso después de años de haberlas hecho.
Todas las fotografías que acompañan esta entrada están hechas en los años 2008 y 2009, todas ellas salidas de la Nikon D40. Bien de salidas cerca de casa, como de viajes que hice en aquella época.
Y no son pocas las alegrías que me dieron en su día.
A la siguiente, le tengo un especial cariño. Fue la primera fotografía que me atreví a presentar a un concurso de fotografía de naturaleza, en la Universidad de Alicante. Y por sorpresa, fue galardonada con el tercer premio. No me lo podía creer!
Tras este primer reconocimiento, vinieron varios más, junto a exposiciones de mis fotografías.
Y aunque muchas de estas fotos pueden tener fallos técnicos, estéticos o de edición, cuando las repaso, siento orgullo y admiración por todo el camino que he recorrido en estos años. Todo lo que he aprendido en este tiempo ha ha hecho que esta preciosa afición, pase a ser mi forma de vida.
Hasta aquí un pequeño repaso a mis inicios y mis primeras fotografías, espero que las hayáis disfrutado.
Y solo me queda animar a todos aquellos que acabéis de adquirir vuestra primera reflex, a que no perdáis la ilusión por seguir aprendiendo día a día y a probar los límites de vuestra imaginación y curiosidad. La fotografía es un mundo inagotable de posibilidades y experiencias.
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